jueves, 10 de noviembre de 2016

Sobre mí


Me gusta la gente que se dedica a la música porque me fascina el hecho de que están permanentemente caminando sobre una cuerda floja, y en muchas ocasiones sin red.

Vivir de la música es arriesgarse una y otra vez. Cada nuevo disco es una apuesta que puede salir bien pero que también puede salir mal. Aún así, el músico que cree en lo que hace se lanza a la piscina, haya o no haya agua. Y eso despierta en mí un sentimiento de admiración que me cuesta encontrar en otras profesiones.

Recuerdo trastear con los vinilos de mis padres cuando era niña, y poner una y otra vez aquellos discos que me llamaban la atención: Françoise Hardy, Petula Clark, Tom Jones... Uno de mis primeros regalos fue un reproductor de cassette, y en mi carta a los Reyes Magos siempre había cintas de cassette y libros.

Por algún motivo curioso, he conocido a muchos músicos de manera muy casual, y me encanta hablar con ellos y conocer una visión diferente de la vida, la del otro lado del espejo. No los idealizo, más bien al contrario, suelen ser seres sensibles y complicados. Pero por algún motivo conecto con lo que me quieren contar. Quizás porque me gusta desconectar de mi día a día. Quizás porque en su momento acallé la voz de la niña que quería huir con el circo.


Y es que además disfruto muchísimo de un buen directo.



Gabriela


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